Fue un error. No importa quién empezó la bronca, no importa quién tenía la razón, o la culpa, el presidente ucraniano no debió dejarse arrastrar al abismo. No midió bien a sus interlocutores, que es igual a no medir las consecuencias.
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SUSCRIBITEZelenski prefirió ganar una discusión cuando en realidad necesitaba ganar la guerra
Fue un error. No importa quién empezó la bronca, no importa quién tenía la razón, o la culpa, el presidente ucraniano no debió dejarse arrastrar al abismo. No midió bien a sus interlocutores, que es igual a no medir las consecuencias.
Sabiendo que no contaba con las simpatías ni de Trump, ni de Vance, (quienes le habían dado sobradas pruebas de ello) ni tampoco de gran parte de los votantes estadounidenses, su difícil misión era ganárselos, no alejarlos.
La idea era mostrar en público las coincidencias con Washington, no las diferencias, sembrar dudas en Moscú, en vez exhibir los quiebres de la alianza.
No digo que Zelenski debió humillarse, o dejarse vapulear en público, digo que le faltó mano izquierda, sutileza táctica.
Y eso es asombroso, porque hasta ahora había sido sumamente efectivo, un embajador formidable de la causa ucraniana.
Da igual que la desconcertante discusión lo convierta en un héroe del antitrompismo en Europa (peor), o del nacionalismo en su tierra, porque sin la ayuda norteamericana la guerra y la paz están perdidas. Al menos en sus términos.
Él lo sabe, lo ha dicho, a eso vino: a garantizar esa ayuda. En ese determinante sentido, su visita fue un fracaso absoluto. ¡Qué pena!
Ahora Putin, en cambio, tiene la mesa servida: se mostrará conciliatorio, sonriente, civilizado, le dará a Trump la razón en todo. Aunque luego haga lo que le venga en gana. Porque es una equivocación creer que una serpiente como Putin respete algo, o a alguien.
A Zelenski le faltó la habilidad que le sobró a Netanyahu. Lo digo con pesar. El primer ministro israelí llegó a la Casa Blanca en total desventaja, con su popularidad por el piso, y un ultimátum muy a lo Trump: “Quiero un acuerdo inmediato”.
Un acuerdo que en ese momento resultaba desventajoso para Israel, que de hecho provocó la renuncia de altos mandos militares y el desconcierto nacional.
Pero Netanyahu supo desplegar todo su poder de convencimiento y tras varias horas de encierro y encantamiento consiguió que Trump anunciara exactamente lo contrario de lo que había propuesto cuarenta y ocho horas antes.
Luego posaron sonrientes a las cámaras. No vino a discutir, vino a convencer. Su visita, aunque no resolvió todos sus problemas, fue un éxito. Un diferendo público entre Trump y Netanyahu habría sido un imperdonable regalo para los terroristas de Hamas y para el resto de los enemigos de Israel.
Lo sucedido es una evidencia contemporánea de un agente histórico que los académicos suelen obviar: el factor humano, el peso de las personalidades en los acontecimientos. No todo lo explican las condiciones objetivas, la economía o la política pura. No todas las consecuencias responden a causas o razones razonables.
No voy a predecir las consecuencias globales de este desencuentro, porque sinceramente, no las sé. Podrían pasar muchas cosas. Pero sí me atrevo a adelantar algo. Trump no puede sacrificar del todo a Ucrania, el anterior comentario de Vance de que Ucrania no importa, es una equivocación, una falta de miras que el presidente estadounidense a la larga no podrá asumir.
Pero sí pueden sacrificar a Zelenski. Hoy Zelenski es aplaudido por su pueblo, por haberles defendido, por no achicarse ante el más grande, pero pronto, si la ayuda europea no se materializa, o no llega a ser suficiente, o si la dañada relación con Washington no se reconstruye, empezarán a recriminarle no haber visto el barranco, no haberlo evitado, y le apartarán del camino.
Le habrá pasado lo peor que le puede suceder a un líder: habrá dejado de ser útil.
La historia está llena de héroes caídos: es el fantasma de Aníbal, el general cartaginés que estuvo a punto de tomar Roma y no lo hizo, y que debido a ese aún discutido error de cálculo, terminó convertido en paria. ¿Quién dijo que la historia es justa?
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