Esta práctica fue ampliamente aceptada como un bien público. Sin embargo, hoy en día la ciencia, la disponibilidad del fluoruro en productos de consumo y la relación del público con las instituciones de salud pública han evolucionado.
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SUSCRIBITEDurante casi siete décadas, el fluoruro se le ha añadido al agua del condado de Miami-Dade
Esta práctica fue ampliamente aceptada como un bien público. Sin embargo, hoy en día la ciencia, la disponibilidad del fluoruro en productos de consumo y la relación del público con las instituciones de salud pública han evolucionado.
Es hora de que nuestras políticas reflejen esa evolución.
El 1ro de abril, presentaré una legislación para poner un fin al fluoruro en el agua de Miami-Dade. Algunos se han preguntado por qué ahora. La respuesta es simple: la política de salud pública debe guiarse por tres principios: evidencia, precaución y elección personal. La fluoración del agua no cumple con ninguno de los tres.
A pesar de lo que algunos en los medios han insinuado, este esfuerzo no es ni partidista ni ideológico. De hecho, el caso judicial federal que ha reavivado esta conversación nacional fue decidido por un juez nombrado por el presidente Barack Obama. El actual Secretario de Salud y Servicios Humanos, Robert F. Kennedy Jr., un demócrata, ha expresado durante mucho tiempo sus preocupaciones sobre los riesgos asociados con el fluoruro. La última vez que este tema llegó a nuestra Comisión en 2014 fue presentado por un demócrata.
Poder cuestionar cómo el gobierno maneja la salud pública no es partidista, es nuestra responsabilidad.
En el pasado, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) recomendó un nivel de fluoruro entre 1.4 y 2.4 partes por millón. Ese nivel bajó a 0.7 ppm durante la administración de Obama, y ahora un tribunal federal le ha exigido al EPA que reexamine ese nivel. Los estudios más recientes sugieren que los niveles actuales pueden representar "un riesgo irrazonable de daño para la salud o el medio ambiente". Si el nivel que antes era seguro ya no lo es, y el nivel presente se está cuestionando, ¿cuál será el nivel mañana?
No es necesario tener 100% de certeza para tomar medidas razonadas. Poder minimizar el riesgo, especialmente cuando se trata de mujeres embarazadas, bebés y niños, requiere acción. Lo correcto es errar por el lado de la precaución.
Incluso si asumimos que algunas preocupaciones sobre el fluoruro son exageradas, no existe una justificación para forzar a la población que consuma un químico que está ampliamente disponible a través de pasta dental, enjuagues bucales y tratamientos dentales.
La ciencia moderna ya reconoce que los riesgos son más que los beneficios.
Tenemos que aprender de lo ocurrido durante la pandemia. La Florida fue líder porque no permitimos que el gobierno se extralimitara. No obstante, la confianza en el gobierno es algo frágil. Se reconstruye no con fuerza, sino con respeto a la ciencia, con la responsabilidad personal y sobre todo con respeto al derecho de las personas a tomar decisiones por sí mismas y sus familias.
Hoy en día tenemos más datos, mejor acceso a la atención médica y más formas de proteger la salud dental sin tener que ser expuesto a un químico. Terminar la fluoración es un reconocimiento de la ciencia actualizada y al derecho sobre nuestra salud.
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