Los 300.000 millones de dólares se destinarán a los países en vías de desarrollo que necesitan el dinero para dejar de depender del carbón, el petróleo y el gas que causan el sobrecalentamiento del planeta, adaptarse al calentamiento futuro y pagar por los daños causados por el clima extremo del cambio climático. No son los 1,3 billones de dólares que pedían las naciones en vías de desarrollo, pero el monto es tres veces mayor al acuerdo de 100.000 millones de dólares al año que otorgó un acuerdo que está por vencer. Algunas de las delegaciones señalaron que este pacto es un paso en la dirección correcta, con la esperanza de que ingrese más dinero en el futuro.
El presidente de la COP29, Mukhtar Babayev, aprobó el acuerdo antes de que cualquier nación tuviera la oportunidad de hablar. Cuando lo hicieron, arremetieron contra él por actuar de manera injusta hacia los países en vías de desarrollo, criticando que el monto establecido no era suficiente y que las naciones más acaudaladas del mundo se mostraron demasiado tacañas.
Una larga fila de países coincidieron con la India. Por Nigeria, Nkiruka Maduekwe, directora general del Consejo Nacional sobre Cambio Climático, calificó el pacto como un insulto y una broma.
“Creo que deberíamos replantear esto. Como países, tenemos el derecho a elegir si queremos aceptar esto o no. Y les digo que nosotros no aceptamos esto”, señaló. “Son las 3 de la mañana y nos dicen, ‘esto es lo que vamos a hacer’. No me parece”.
El paquete final “no refleja ni inspira confianza en que podamos salir de este grave problema del cambio climático”, dijo Raina. “El objetivo (de recibir hasta 300.000 millones de dólares para 2035) es muy poco y distante”.
“Nos oponemos por completo a la manera injusta que se actuó”, añadió Raina. “Las acciones del presidente y el secretario nos resultan sumamente perjudiciales”.
A nombre de casi 50 de las naciones más pobres del mundo, Evans Davie Njewa de Malawi fue más sutil, expresando lo que calificó como reservas sobre el acuerdo.
En tanto, el secretario general de Naciones Unidas António Guterres publicó en la red social X que tenía la esperanza de “un resultado mucho más ambicioso”. Pero subrayó que el acuerdo “proporciona una base sobre la cual trabajar”.
Algunas partes quedaron un tanto satisfechas. Wopke Hoektra, de la Unión Europea, señaló que es una nueva era para el financiamiento climático, y un trabajo arduo para ayudar a los más vulnerables.
Pero algunos activistas presentes empezaron a toser para tratar de interrumpir a Hoekstra.
Eamon Ryan, ministro de Medio Ambiente de Irlanda, dijo que el acuerdo era “un gran alivio”.
“No había nada seguro. Esto fue complicado", indicó. “Al ser un momento de división, de guerra, de varios problemas en el sistema multilateral, el hecho de que hayamos concretado esto en estas circunstancias tan complicadas es realmente importante”.
El secretario ejecutivo de la agencia de Naciones Unidas contra el cambio climático, Simon Stiell, dijo que el pacto es “una póliza de seguros para la humanidad”, añadiendo que, al igual que un seguro, “sólo funciona si se pagan las primas por completo y a tiempo”.
El acuerdo también representa un paso crítico para ayudar a los países beneficiarios a crear objetivos más ambiciosos para limitar o reducir las emisiones de gases que atrapan el calor, que debían cumplirse para principios del próximo año. Es parte del plan para seguir reduciendo la contaminación con nuevos objetivos cada cinco años, lo cual se acordó en las conversaciones de la ONU en París en 2015.
El acuerdo de París estableció el sistema de aumento regular de los objetivos contra el cambio climático como una forma de mantener el calentamiento por debajo de 1,5°Celsius (2,7°Fahrenheit) por encima de los niveles preindustriales. El mundo ya está a 1,3°C (2,3°F) por encima de esos niveles y las emisiones de carbono siguen en aumento.
Los países también anticipan que este acuerdo enviará señales que ayudarán a impulsar la financiación de otras fuentes, como bancos de desarrollo multilaterales y el sector privado. Eso siempre fue parte de la discusión en estas negociaciones: los países ricos no creían que fuera realista depender únicamente de fuentes de financiación pública, pero a los países pobres les preocupaba que si el dinero llegaba en forma de préstamos en lugar de subvenciones, los haría retroceder aún más en una deuda con la que ya luchan.
“El objetivo de 300.000 millones de dólares no es suficiente, pero es un importante anticipo hacia un futuro más seguro y equitativo”, dijo Ani Dasgupta, presidente del World Resources Institute. “Este acuerdo nos es un comienzo. Ahora enfrentamos el desafío de recaudar mucho más financiamiento para combatir el cambio climático de una variedad de fuentes públicas y privadas, poniendo todo el sistema financiero a trabajar a favor de las transiciones de los países en vías de desarrollo”.
Y si bien está lejos de los 1,3 billones de dólares que se necesitan, es más de los 250.000 millones que se habían propuesto en un borrador inicial, el cual indignó a muchos países y llevó a un período de frustración y estancamiento en las últimas horas de la cumbre.
Los diversos textos adoptados temprano el domingo por la mañana incluyeron una referencia sutil pero no específica al Balance Global que se aprobó el año pasado en Dubái. El año pasado hubo fuertes discusiones en torno a una insólita redacción que hacía referencia a la eliminación del petróleo, el carbón y el gas natural, pero finalmente se modificó para instar a los países a llevar a cabo una transición energética que reduzca el uso de los combustibles fósiles. Las últimas negociaciones sólo se refirieron al acuerdo de Dubái, pero no repitieron explícitamente el llamado a una transición que reduzca el uso de los combustibles fósiles.
Los países también acordaron la adopción del Artículo 6, el cual crearía mercados para comercializar los bonos de carbono, una idea que se estableció como parte del Acuerdo de París de 2015 para ayudar a las naciones a trabajar de manera conjunta para reducir la contaminación que provoca el cambio climático. Parte de eso fue un sistema de bonos de carbono que permite a las naciones generar gases que calientan el planeta si compensan las emisiones en otro lugar. Los partidarios dijeron que un mercado respaldado por la ONU podría generar hasta 250.000 millones de dólares adicionales al año en ayuda financiera para combatir el cambio climático.
A pesar de su aprobación, los mercados de carbono siguen siendo un plan controvertido ya que muchos expertos aseguran que las nuevas reglas adoptadas no previenen el mal uso, no funcionan y les dan a los grandes contaminadores una excusa para seguir generando emisiones.
“Lo que han hecho esencialmente es socavar el mandato de tratar de alcanzar los 1,5”, dijo Tamara Gilbertson, coordinadora del programa de justicia climática del Indigenous Environmental Network, una coalición de grupos indígenas y ambientalistas con sede en Minnesota, Estados Unidos. An Lambrechts, experta en políticas de biodiversidad de Greenpeace, lo llamó un “una trampa climática” con muchas lagunas.
Ahora que ya se ha concluido el acuerdo y que los equipos ya están desmantelando el recinto temporal donde se llevaron a cabo las negociaciones, muchos tienen los ojos puestos en las negociaciones climáticas que se llevarán a cabo el próximo año en Belem, Brasil.
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Los periodistas de The Associated Press Ahmed Hatem, Aleksandar Furtula y Joshua A. Bickel contribuyeron a este despacho.
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FUENTE: Associated Press