Apenas 24 horas antes de la colisión entre el vuelo 5342 de American Eagle y un helicóptero Black Hawk del Ejército cerca del Aeropuerto Nacional Reagan el miércoles, otro avión que intentaba aterrizar en la misma terminal tuvo que hacer un segundo intento después de que un helicóptero apareciera cerca de su trayectoria de vuelo, según una grabación de control de tráfico aéreo.
Ese avión, el vuelo 4514 de Republic Airways, finalmente aterrizó sin problemas, según muestran los mapas de rastreo de vuelos.
Las autoridades creen que no hubo sobrevivientes en el accidente del miércoles, informó el jefe de bomberos de D.C., John Donnelly, en una conferencia de prensa el jueves. Agregó que los equipos de rescate han recuperado hasta el momento 27 cuerpos del avión y uno del helicóptero. Las labores de recuperación continuaron a lo largo del jueves, según un socorrista familiarizado con la operación, quien habló bajo condición de anonimato debido a la investigación en curso.
El avión de American Airlines, operado por PSA Airlines, volaba desde Wichita hacia el Aeropuerto Nacional Reagan con 60 pasajeros y cuatro miembros de la tripulación. Por su parte, el helicóptero se encontraba en un vuelo de entrenamiento con tres militares a bordo.
Las autoridades locales y federales, incluidos equipos de rescate y la Guardia Costera, han estado trabajando intensamente en la recuperación de cuerpos y en la investigación del siniestro. Hasta el mediodía del jueves, se habían encontrado 28 cuerpos en las heladas aguas del Potomac, mientras que las labores de búsqueda continúan para dar con el resto de las víctimas.
La Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB) ha iniciado una investigación para determinar las causas exactas del accidente. Según los primeros reportes, el helicóptero militar, un UH-60 Black Hawk, se encontraba en un ejercicio de entrenamiento cuando ocurrió la colisión. Testigos en la zona afirman haber visto una explosión en el aire antes de que ambas aeronaves cayeran al agua.
El presidente Joe Biden expresó sus condolencias a las familias de las víctimas y aseguró que su administración brindará todo el apoyo necesario en las investigaciones y las operaciones de rescate. “Es un día trágico para nuestro país. Nuestros pensamientos están con las familias de los pasajeros y los soldados que perdieron la vida en este terrible accidente”, declaró desde la Casa Blanca.
Familiares de las víctimas han comenzado a llegar a Washington D.C. en busca de respuestas y apoyo. Timothy Lilley, un piloto retirado del Ejército, descubrió con horror que su hijo, Sam Lilley, era el capitán del vuelo comercial involucrado en la colisión. “Nunca pensé que mi hijo estaría en esa aeronave… Esto es devastador”, expresó entre lágrimas.
Este accidente ha reavivado el debate sobre la seguridad aérea en las proximidades del Aeropuerto Nacional Reagan, una zona con un alto tráfico aéreo debido a su cercanía con la capital del país. Expertos en aviación han señalado que las investigaciones deberán esclarecer si hubo un error humano, una falla en la comunicación entre las aeronaves o una deficiencia en la gestión del tráfico aéreo que contribuyó al siniestro.
Mientras la nación lamenta la tragedia, la prioridad sigue siendo la recuperación de los cuerpos, el apoyo a las familias afectadas y la investigación exhaustiva de las causas para evitar que una catástrofe similar vuelva a ocurrir.