Las autoridades han confirmado que no hay sobrevivientes tras la colisión entre un avión de pasajeros de American Airlines y un helicóptero militar en Washington D.C. Hasta el momento, se han recuperado 27 cuerpos del avión y uno del helicóptero, según informó el jefe de Bomberos local, John Donnelly.
El avión, un Bombardier CRJ-700 operado por PSA Airlines, cubría una ruta interna entre Wichita y Washington D.C. cuando, en la fase de aterrizaje en el aeropuerto nacional Ronald Reagan (DCA), colisionó con un helicóptero militar Sikorsky H-60 Black Hawk.
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La aeronave transportaba 60 pasajeros y 4 tripulantes.
Según datos del transpondedor del avión, el impacto ocurrió a una altitud de 121 metros y a una velocidad aproximada de 225 km/h, provocando una rápida pérdida de altitud.
El fuselaje del avión fue hallado en tres secciones distintas e inmerso en el agua, lo que ha complicado las labores de rescate.
El secretario de Transporte, Sean Duffy, aseguró en conferencia de prensa que ambas aeronaves seguían un "patrón de vuelo estándar" y que las condiciones climáticas eran favorables la noche del accidente. “No era inusual ver una aeronave militar volando sobre el río y aviones aterrizando en DCA", indicó.
Duffy también señaló que ya hay indicios sobre las causas del siniestro y destacó la seguridad del espacio aéreo estadounidense. No obstante, reconoció que la tragedia podría haberse evitado. "Respaldo lo dicho por el presidente Donald Trump. Basado en la información disponible hasta ahora, creo que este accidente pudo haberse prevenido", afirmó.
Las autoridades continúan con las labores de recuperación e investigación para esclarecer cómo ocurrió el trágico accidente que ha enlutado a la aviación estadounidense.