Sin embargo, el contexto actual presenta desafíos significativos, dado el historial de sanciones impuestas por Trump durante su primer mandato y su reconocida reputación como negociador inflexible.
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SUSCRIBITEEl gobierno cubano reafirmó este martes su voluntad de retomar el diálogo con Donald Trump, quien en pocos días se convertirá en el presidente número 47 de Estados Unidos
Sin embargo, el contexto actual presenta desafíos significativos, dado el historial de sanciones impuestas por Trump durante su primer mandato y su reconocida reputación como negociador inflexible.
El viceministro de Relaciones Exteriores, Carlos Fernández de Cossío, declaró que Cuba está abierta a establecer una relación “seria y respetuosa” con Estados Unidos, siempre que se respeten los intereses soberanos de ambas naciones.
“Estaremos atentos a la actitud que asuma el nuevo gobierno, pero la disposición de Cuba continuará siendo la misma que hemos tenido a lo largo de estos 64 años. Dispuestos a desarrollar con Estados Unidos una relación que sea seria, respetuosa y que proteja los intereses soberanos de ambos”, afirmó Fernández de Cossío.
Estas declaraciones llegan en el contexto del décimo aniversario del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre La Habana y Washington, anunciado el 17 de diciembre de 2014 por Barack Obama y Raúl Castro. El acercamiento fue considerado un hito tras más de 50 años de tensiones entre ambos países.
No obstante, funcionarios demócratas de aquella época, muchos de los cuales forman parte del gobierno actual de Joe Biden, sostienen que el régimen cubano no aprovechó la apertura para implementar reformas significativas.
El proceso de deshielo iniciado por Obama se interrumpió con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en 2017. Durante su mandato, Trump endureció las sanciones económicas contra Cuba y devolvió al país a la “lista de países que apoyan el terrorismo”, un golpe severo para la economía y las relaciones bilaterales.
Jeffrey DeLaurentis, encargado de negocios de la Embajada de Estados Unidos en La Habana durante el proceso de deshielo, defendió en declaraciones a medios internacionales que la política de acercamiento fue un éxito y que sigue siendo relevante incluso hoy. “Aunque esta política fue revertida después de dos años, fue un éxito y resuena incluso ahora, pese a los esfuerzos de la administración Trump por desmantelarla”, afirmó.
DeLaurentis considera que el deshielo necesitaba “más tiempo” para ser sostenible y opinó que el enfoque de apertura es “la mejor manera de avanzar los intereses de Washington”, al fomentar reformas en la Isla y mejorar las condiciones de vida del pueblo cubano. En contraste, criticó las políticas de línea dura aplicadas por los republicanos durante las últimas décadas, al señalar que el aislamiento “no ha funcionado en los últimos 60 años”.
Sobre los cambios sociales que el deshielo impulsó, DeLaurentis destacó el auge del sector privado en Cuba, una transformación que modificó la mentalidad de muchos cubanos. “Podías ver cómo la mentalidad de la gente estaba cambiando. Los jóvenes eran entusiastas sobre el futuro y algunos enfocaban su energía en el mañana de la Isla, en lugar de cortar con todo y emigrar”, señaló.
El futuro de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos sigue siendo incierto ante el regreso de Trump, quien probablemente mantendrá una postura firme en cualquier negociación con La Habana. Mientras tanto, el gobierno cubano busca retomar un diálogo que podría estar condicionado por las exigencias del nuevo líder estadounidense.
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